Habitación Jenn

- El amor es a veces feo... por mucho que dure y puro que sea -le sonrió la joven mientras recordaba a su creador.

- Bueno... llevo demasiados siglos enamorada del mismo hombre... más que experta, yo me llamaría tonta. -Sonrió la chica y, al ver las orejitas de la kitsune no se pudo estar de tocar una- Uaa! Que suaves. -sonrió mostrando sus colmillos, sin darse cuenta.

- Tr...tranquila... -se puso nerviosa la joven al olor de la sangre tan cercana- Es normal la curiosidad cuando no se conoce... igual qoe yo con tus orejas... -le sonrió- pero, entiende, mis colmillos son armas mortiferas - se rozó uno con la lengua- Puedo matar cualquier cosa en segundos gracias a ellos... Así que, son peligrosos.. Igual, no te haría daño si quieres tocarlos, solo que ten cuidado, pinchan.

- Tú también eres mi mejor amiga- la joven se hubiera sonrojado de no estar muerta- Y sí, no son para nada peligrosos para ti ni para los del colegio... me alimento demasiado seguido para asegurarme que la sed no me pilla fuerte cuando estoy rodeada... No quiero causar daños a nadie, la verdad. -le sonrió miendole a los ojos- Lo malo es encontrar un lugar seguro donde beber... porque siempre hay alguien merodeando y, si lo hago en mi cuarto... el olor de la sangre se queda, aunque no muchos pueden detectarlo, pero a mí eso me despierta mas sed y, bueno, no serviría de mucho... Hacerlo al aire libre es lo mejor... pero también es muy fácil que me descubran.